30 diciembre 2010

Adiós 2010, hola libros nuevos.

¿Puede haber mejor despedida de año que ir a Correos a pagar el reembolso de una compra de libros vendidos directamente por su autor/traductor (Xoán Abeleira) y saciar la curiosidad de cuál será la firma que te ha dedicado? Sí que, indudablemente, habrá despedidas así de buenas, pero esta es la mía de 2010.

En la primera foto, los dos libros incluidos en el paquete. Por cierto que "El azor en el páramo", de Ted Hughes, ha sido elegido por el diario El País (aquí) como uno de los cinco mejores libros de poesía del año en Babelia. 
Muchos sabréis que Ted Hughes fue el marido de Sylvia Plath, pues bien: Xoán Abeleira ya tradujo de Sylvia su "Poesía Completa" y se publicó en 2008, también en Bartleby. En este blog incluí algún poema del libro hace tiempo, por ahí debe andar.

"Animales, animales" es una edición bilingüe gallego-castellano. Sobre "Animales, animales" y la poética de su autor, Xoán Abeleira, podéis escuchar una entrevista aquí (programa La Libélula de Radio 3). 
Siempre es conveniente escuchar la voz de los poetas, en ella palpita la palabra como en un bosque la savia silente que le da la vida. O eso creo yo.

Más abajo he incluido otro acontecimiento literario significativo que se ha dado entre las cuatro paredes de mi casa este año : cuando Aitana, mi hija, recibió el libro "La Ventana Infinita", escrito por Andres Pi Andreu e ilustrado por Kim Amate,  firmado para ella, con una dedicatoria preciosa, por el ilustrador. 
Hay que decir que ese libro recibió en 2009 el premio Destino Apel·les Mestres de Álbum Ilustrado (aquí).


(Con Kim Amate llevo a medias el blog http://malsinfin.blogspot.com    y dentro de poco sacaremos otro poema+ilustración, por cierto). 


El otro libro de la foto, "Mucki y los hombres de blanco" es el último que ha publicado Kim Amate como ilustrador, altamente recomendable para niñas y niños de 9 años, según Aitana.





   



Para 2011 os deseo buenos libros, buena poesía, buenas ilustraciones, 
vida buena a tod@s vosotr@s.

23 diciembre 2010

Felices vacaciones de invierno, volvieron los pájaros.



Ilustración: Yee Von Chan


El escritor Joan Carles Ortega Berenguer me han dejado un regalo aquí, recordando aquellos (mis)  pájaros que echaron a volar hace ahora un año:

 http://puz.unizar.es/detalle/1072/Los+p%E1jaros+que+cri%E9+en+tu+nombre-0.html

Dice cosas como:
Los pájaros que crié en tu nombre (Prensas Universitarias de Zaragoza). El títol per si mateix sembla una interpel·lació a on ja noteu la tensió de la forma que batega plàcidament al seu niu-escriptori: observadora minuciosa dels “detalls del món”, deixa fluir una veu lírica digna  amb la que  converteix les sensacions més volàtils en estructures verbals fecundes i enigmàtiques: llegint-la, sentireu que la poesia (també) és epistemologia, desenvolupament gnoseològic de l’interior ossi de la realitat convencional. Els temes de la seua poesia per a adults mantenen una certa retirada cap a al reflex (i l’anàlisi) de situacions peremptòries, moments dramàtics, bifurcacions mòrbides, tràngols funestos: els retrata com si foren radiografies necessàries per a restaurar la salubritat catàrtica i la tendresa higiènica dels voltants urbans.
Y yo le estoy muy agradecida.

¡FELICES FIESTAS A TODOS!

18 diciembre 2010

12 diciembre 2010

A Santi




A SANTI

Su padre de tanto en tanto enjuga el cristal
los ojos clavados en el rostro inmóvil
                          la incredulidad sospecha lejana esto no puede ser cierto
la barbilla temblorosa.

Tú lejos ya para siempre
tan real tu tez piel amarilla el color de las estrellas de esta tarde
de diciembre aciaga
titilan ajenas a este sufrimiento
que nos has dejado
para dejar atrás el tuyo.

Todos van viniendo
los compañeros del club ciclista, tus amigos, tus vecinos
aquí tu familia tu madre
que está de acuerdo en que
                          esto no es ley de vida.
Porque un cuerpo joven no debería ennegrecerse por dentro,
hacerse poroso a la muerte,
ni ser rodeado de flores rotas.

Las flores solo se regalan a los hombres
cuando ya no pueden ver correr a sus hijos
de nueve y tres años
                       y ahora Bego está contando que ha pensado en llevar al mayor al funeral
                       para que sea partícipe de un rito de despedida.

Al día siguiente la carita del niño,
su carita dulce vistiendo la amargura
que la muerte se ha atrevido a atizarle.

(Cuesta creer que la enfermedad te venciera, Santi).

El silencio y la pena tan grande de quienes vemos
que, acompañado, el niño sale caminando a paso rápido,
cumplido el rito,
como huyendo del coche fúnebre que vendrá detrás
ocupado por cuerpo amado
y muerte ponzoñosa.

Me pregunto, hijo, que dónde los besos,
dónde su abrazo tras llegar a la meta en las carreras ciclistas.
No hay nombre para lo que está pasando.

Y Bego que me cuenta
contesto al pequeño cuando dice dónde está papá, cuándo viene, vamos a buscarle,
con respuestas imprevistas hasta hace poco,
como que papá está volando con un ángel, ahora, ahí en el cielo.
 

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