El sabor de las cerezas: los monstruos de mi casa

09 mayo 2010

los monstruos de mi casa

me traigo esto de parte de una amiga. Si os conmueve pasadlo para difundirlo.

5 comentarios:

Señor De la Vega dijo...: Por desgracia, mi Señora Annabel ya no me conmueve ser consciente de los infiernos que encubrimos en nuestro mundo hipócrita.
El espanto y la conmoción, me la causan los que no ven nada, porque esa mayoría sigue siendo todavía la mayoría.
El vídeo lo dejaré incrustado y pintado en las paredes de mi cueva para exorcizar a través de la visibilidad los monstruos que nos hacen sombra más de cerca.
Suyo con besos o muerdos, Z+-----; 9/5/10, 11:35
moderrunner dijo...: Las muchas piezas de monstruo han de hacerse visibles.

Un abrazo; 9/5/10, 11:54
Annabel dijo...: Gracias, Señor de la Vega, por llevárselo a su blog.

Moderunner, hay que denunciar y hay que no callar, en el documental queda claras muchas cosas en este sentido.

Abrazos.; 9/5/10, 17:48
alicia dijo...: Un monstruo sigue siendo un mostruo al iluminarlo, pero la víctima no está tan indefensa si cuenta con luz. Unos ayudan a perseguir i castigar a los responsables, otros a paliar el daño que causan, otros se especializan en detección. Mi reconocimiento a todos ellos, pero sobretodo a los que como tú van dejando antorchas encendidas a su paso. Es importante que se sepa, pero que se sepa bién,como se ha expuesto aquí. Sin recrearse en lo morboso ni callarse nada. Si nos escandalizamos avergonzamos a la víctima y nos diferenciamos de ella. Pobrecillo, que terrible, no se recuperará, son palabras de compasión y lo necesario és el compromiso. Que está haciendo una parte de mi sociedad a otra impunemente, es lo que debemos preguntarnos. Si callamos o no queremos ver ayudamos al monstruo. Y lo que le pasa a un niño nos pasa a nosotros.
Mil grácias Annabel, intentaré que esta denúcia se propague.; 11/5/10, 18:51
Dylan Forrester dijo...: Una muestra más de lo injusto que es nuestro mundo.
Interesante blog.

Saludos...; 13/5/10, 0:34

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El alma ama el tiempo ajeno. Sólo así puede salir de sí y olvidar su monólogo; también así puede hablar a través del otro que ama, porque es la extrañeza de éste. Amar es conversar con un extraño. Conversar es amar a un extraño. Conversamos sobre el amor cuando nos hemos convertido en extraños: entonces somos pura conversación, fluimos incesantes hacia el otro que viene y corre hacia nosotros conversando, amando, convertido ya a sí mismo, a su silencio; sin mirar atrás, en donde queda su ser conocido, repetido.

Vega, A. (2004). El bambú y el olivo. Barcelona: Herder.

Lo último que me queda
-lamento de un vagabundo-

Lo último que me queda
es solo la sepultura de mi amor cubierta de hierbas
en un valle de mi pueblo natal.
Y solo una lágrimas oscuras que caen sobre ella.

Sólo el cielo de mi pueblo
que entra por la mar azul de mis ojos.
Solo el bello azul aguado del cielo
como el color olvidado de la cerámica de la dinastía Li.

Desde lo profundo del abismo celestial
me llega un sonido sin sonido:
¿por qué tardaste, de dónde vienes?

Sólo el espíritu de mi amor, sin carne ni hueso,
que viene gritándome.

So Chongju (2000), Poemas de un niño vagabundo de 80 años, Madrid: Verbum.

09 mayo 2010

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