11 septiembre 2010

nos visitó de nuevo

Me cuenta mi madre que ha muerto "tío José", estaba gravemente enfermo de Alzheimer. 
El final de la canción de la entrada anterior, cadenas inesperadas, decía "libertad o morte" pero  creo que la muerte también es libertad cuando la enfermedad es irreversible y terminal. 
"Tío José", como todos le llamábamos, fue compañero de fatigas en la emigración de mis abuelos desde Peraleda de la Mata a Francia, fue de los que se quedaron allí y sus hijos hablan español con un acento mezcla de francés y de extremeño de hace cincuenta años.


Recupero este pequeño poema que escribí a la muerte de mi abuelo. Ahora los cuñaos se habrán reencontrado otra vez, quién sabe.



A Rufino Zamora Rodríguez (19 julio 1919 - 28 octubre 1998)

1.
Asistí a su llegada prevista junto a tu lecho.
¿Por qué tardé tantos años en sostener
 tu mano enjuta?

2.
Aquel médico me preguntó si necesitaba algo.
Mis ojos eran un caudal resignado, contenido,
en el horizonte de tu expresión doliente.
El reguero en mis mejillas demarcó su mirada
y aquel médico se fue.

3.
Desde el telar de tus ojos, como un Salzillo,
desenfocas la vida.

Pronto tus labios secos han tomado el color del crepúsculo.
Tu cuerpo quedo, anciano,
nos ofreces.
Tu cuerpo huella de presentes múltiples
que, como rayos,
te azotaron.

4.
Tomé tu mano veteada en abultados azules,
flujo sanguíneo que pronto quedaría estanco,
en el intento de confortarte,
y confortarme.

Ninguna palabra era digna del momento.

5.
Ahora que tus fatigas son ceniza, quisiera oirte una y mil veces,
con más atención de la que puse, por la costumbre,
que me cegaba
la ternura
de tu presencia.


4 comentarios:

Sacra dijo...

El reencuentro es la única esperanza que nos queda.
Mi admiración siempre...

Raúl dijo...

Preciosa entrada, Annabel.

alicia dijo...

La costumbre siempre trata de cegarnos... En estos momentos despertamos súbitamente. Hay que mantenerse así, con los ojos bien abiertos al caudal de la ternura. Qué bellos poemas..!

Stalker dijo...

Lamento esa pérdida...

Dejémonos inundar por la ternura de esa presencia, que tan hermosamente evocas y das en tus palabras,

abrazo

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