Romanticismo francés a cal y canto (“rodado”, apostilla Eva, y soltamos carcajada), ya sé que no es la expresión más adecuada pero es que la frase está tan rotundamente encerrada por al menos medio kilo de piedra por punto que la tal Elsa y los corazones de su derecha difícilmente podrían escapar. Para más inri la pública petición de mano tiene físicamente por detrás el océano ópaco, disuadiendo cualquier amago de fuga por poco apetecible (será que ya voy echando de menos el indescriptible azul del Mediterráneo), y por delante (ustedes no lo ven pero van a fiarse de mi palabra, no les queda otra) la vigilancia de un monumental faro que, como un guardia silbato en ristre, le espeta: “Elsa de ésta no te escapas, te lo dice la gendarmerie”.
Esperaba que al final hubiera un signo de exclamación que despegara de la roca ese deseo y exhortara la sutileza del nombre requerido, desvelando la Elsa aérea (me parece un nombre precioso) a quien imagino observando desde lo alto el paisaje modificado por su pretendiente. Pero el remate, creo ver, es un pesado punto y ahí queda dicho: “Elsa, cásate conmigo a cal y canto… rodado”.
3 comentarios:
Pero llegará el viento a lamer la súplica, o el mar a llevársela para que se mezcle con los restos de los naufragios. Y quedará el faro. Y los ojos de la Elsa aérea que no dudo han pasado por aquí, imprimiendo y guardando en su memoria (la persistente memoria de los ojos) esta declaración de amor (¿desesperada? ¿resuelta? ¿imperativa?). Ahí te enlacé el pico del Pájaro de China (le encantan tus cerezas).
Mirando tu casa, tuve una sensación preciosa: el blanco del fondo no es el blanco del fondo. Parece nieve.
Un abrazo.
He llegado a tu casa de casualidad y poco a poco he ido saboreando una tras otra las cerezas que durante los últimos tiempos has desgranado sobre este mantel blanco. Me voy ahora con un sabor distinto en los labios sabiendo que volveré a probar esta fruta...
Un abrazo de marea alta
El sabor de las cerezas evoluciona, o, mejor, es distinto según el tipo de cerezas que metas en tu boca y compartas con alguien. La arena es efímera, pero la memoria es casi eterna para cada cual. Mezcla memoria, textura de la cereza, color olor de la arena y del mar, sabor y madurez y verás como en cada momento disfrutas de sabores y saberes distintos.
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